Un pueblo educado es el principal pasaporte de vida en un país que logra una fuerte cohesión social, una democracia más estable, un sistema judicial más justo y en general una mejor calidad de vida.El objetivo ansiado es contar con mayor cantidad de personal calificado, que haya adquirido las competencias necesarias para actuar en la economía del conocimiento. No es fácil en un país como el Perú, donde todavía casi un tercio de la población vive en zonas rurales, donde la pobreza, la pobreza extrema y los precarios niveles de educación y salud son el principal obstáculo para la modernización productiva campesina; consecuentemente son también obstáculo para el progreso social de millones de peruanos. No olvidemos que 94,926 de los 98,011 centros poblados que hay en el país, están en zonas rurales. En la sierra rural hay 72,088 centros poblados
[1].
De otro lado, la magnitud del sector informal urbano contrasta con un sector empresarial moderno aún pequeño, principalmente exportador de materias primas. En el 2005, éstas representaban el 83% de las exportaciones, en tanto que en América Latina eran el 46% y en los países miembros de la OCDE el 18%. En cambio la exportación de productos de alta tecnología solo participa del 2.6% del total, muy distante del 14.5% en América Latina y del 18.2% en los países de la OCDE
[2].
Incrementar la contribución de la educación a la generación del talento humano para el desarrollo sostenible, demanda cinco condiciones:a. Concentrar esfuerzos en una educación básica de calidad, asegurada para todos los niños jóvenes, para incorporarse con éxito al mundo del trabajo.
b. Lograr, para fines de la siguiente década, que la población entre 25 y 64 años de todos los departamentos del país haya alcanzado 12 años de escolaridad. Supone acelerar las metas de eliminación del analfabetismo entre los mayores de 15 años y crear para los adultos que no tienen secundaria completa las suficientes oportunidades de formación, altamente nutridas de contenidos que les ayuden a mejorar su productividad laboral.
c. Fijarse para los próximos diez años la meta que las nuevas tecnologías estén al alcance del 100% de la población peruana y que los egresados de la secundaria pública y privada hayan adquirido capacidades suficientes de dominio de un idioma internacional.
d. Crear un mecanismo permanente que asegure políticas coordinadas entre:
· Las políticas de comercio internacional y de desarrollo de las actividades productivas internas.
· Las políticas de formación del capital humano en las modalidades técnica, universitaria y de postgrado que reviertan la actual pirámide de la oferta, poniendo énfasis en las ingenierías, la formación de tecnólogos y científicos, así como de gerentes para el desarrollo.
· Las políticas de I+D.
e. Fortalecer la formación continua, creando conciencia e incentivando la inversión de recursos en la capacitación de los trabajadores en instituciones acreditadas. La experiencia de otros países muestra el alto costo que deben asumir las empresas para corregir las deficiencias de sus trabajadores por una educación primaria y secundaria mediocres
[3].
Si esas condiciones son indispensables para contribuir al desarrollo sostenible, sería importante plantearnos algunas interrogantes de partida:¿Cuán presente está en las prioridades de política de desarrollo mejorar la formación del recurso humano capaz de revertir la magnitud de la pobreza y desigualdad, así como de potenciar nuestras ventajas comparativas?
¿Cuánto influyen las expectativas de crecimiento económico en aumentar la importancia asignada a las políticas de desarrollo del talento humano, tal como lo hacen varios de los países vecinos competidores nuestros en el comercio mundial?
¿Estarían dispuestos los futuros gobernantes a dar cumplimiento a la meta establecida por el Acuerdo Nacional de elevar la participación del presupuesto público de educación hasta un 6% o por lo menos inicialmente a lo que gasta el promedio de países en desarrollo que es el 4.4%? El promedio de los últimos años ha sido 3%.
Un aumento de recursos para la educación debería implicar la definición, monitoreo y elevación periódica de estándares de calidad. Para el monitoreo del logro de los estándares no basta contar con una Unidad como la existente en el Ministerio de Educación de Medición de la Calidad de la Enseñanza. Se necesita una superintendencia u organismo equivalente, autónomo, que acompañe las reformas educativas, construya un conjunto coherente de indicadores de monitoreo de la educación y formule anualmente un informe al Ejecutivo y al Congreso de la República sobre el estado de la educación y las medidas que deben emprenderse para mejorarla. Incluso necesitaría tener entre sus potestades recomendar cambios de autoridades educativas de considerarse necesario.
La formación profesional y la enseñanza superior son una de las mayores preocupaciones del mundo desarrollado. En el país lamentablemente han sido descuidadas durante largo tiempo, lo que ha conducido a la escasez de personal semi calificado y altamente calificado. Las insuficiencia de este personal comenzará a sentirse más acentuadamente cuando las actividades productivas y de servicios recobren o intensifiquen sus ritmos de crecimiento, luego que la crisis internacional vaya superándose y que iniciativas como los TLC, los corredores que fortalecerán las relaciones comerciales con Brasil, los proyectos mineros, de metalurgia, turísticos, de pesca y acuicultura, de agro exportación y otros de mayores ventajas comparativas alcancen su mayor potencialidad de ejecución. Será el momento en que las empresas optarán por reclutar del mercado local -si existe oferta de profesionales idóneos- o traerlos de otros países. La movilidad de profesionales es cada vez mayor.
En perspectiva, el desarrollo del Perú implica una obligada transformación de la vida de muchos pueblos implicados, directa o indirectamente en proyectos de inversión en áreas económicas como las descritas. Algunos de estos proyectos ya empezaron y otros comenzarían a ejecutarse en plazos relativamente cortos o en el mediano plazo. Por ahora el desafío del país es que en esos pueblos pobres, algunos con altos niveles de analfabetismo, con pequeños porcentajes de población con educación secundaria o superior, se aprovechen diversas oportunidades de comercio, producción y servicios que irán floreciendo. Ayudarles a gestionar esas nuevas oportunidades, beneficiarse del adelanto tecnológico para aumentar la productividad y reducir costos, promover la formación de redes de valor, mejorar la calidad de los empleos y elevar el nivel de bienestar de la población en general, forman parte de las respuestas que el sistema educativo tiene que darles.
Para superar los problemas de calidad de la educación, aún cuando se enfrenten fracasos temporales, el Perú debe encaminarse a la refundación de las instituciones de enseñanza desde sus cimientos, corregir carencias, prevenir, afrontar riesgos con soluciones creativas, audaces y eficaces que se asocien con tesón a la noción de excelencia, la clave en un mundo intensamente competitivo. La excelencia tiene que darse en procesos que lleven a las instituciones de enseñanza a rendir cuentas por altos estándares de desempeño, reconocidos internacionalmente en dominios como la lectura y escritura, las matemáticas, las ciencias, el uso de las nuevas tecnologías, el manejo fluido de un idioma internacional, así como las competencias que exigen un buen desempeño ciudadano y en el mundo del empleo. En estos campos, el Perú no puede darse el lujo de obtener resultados académicos mediocres en ningún nivel de enseñanza ni formar para necesidades que no sean las del progreso y bienestar nacional.
En ese objetivo, difícilmente una estrategia para la formación del talento humano tendrá éxito si no se adoptan medidas para revalorar la educación y si no se establece un marco normativo e institucional eficiente. Algunas medidas asociadas a estos propósitos son las siguientes:
a.Introducir la cultura de acreditación de instituciones y programas de formación. Promover la presencia y empleo de acreditadoras internacionales. Las instituciones sólo deberían operar en ofertas educativas en los que puedan garantizar excelencia.
b. Crear incentivos monetarios y no monetarios para propiciar mejoras de la eficiencia y resultados académicos. La oferta pública de formación y capacitación debe estar en condiciones de competir con la mejor oferta privada.
c. Promover la creación de un mayor número de instituciones de excelencia.
d. Promover enfoques multidisciplinarios, modulares, que privilegien la innovación, el desarrollo de una cultura de empresa y la adquisición de capacidades múltiples, para distintos trabajos; no en una especialización exclusiva.
En el campo de la educación no formal e informal, el principal desafío es la organización de ofertas de educación a lo largo de la vida. Obligará a tener en cuenta que aumentará el ritmo de aparición y desaparición de ocupaciones; que la globalización exigirá cambios radicales en cuanto a perfiles de formación y políticas curriculares, pues las competencias que habrá que impartir deberán responder a criterios más universales; que las redes informáticas contribuirán a modificar el concepto de campus, complementándose las nociones de enseñanza presencial y enseñanza a distancia, incluso reemplazado esta última a la primera en algunos casos; que las alianzas entre instituciones de enseñanza de todos los niveles no tendrán fronteras, al igual que la actividad de los profesores. Varias universidades peruanas son ya ejemplo de lo que se intensificará en el futuro en otros niveles de enseñanza: las teleconferencias y las redes de navegación permiten que los alumnos aprovechen el aporte de profesores de otros países, y que en las bibliotecas virtuales exploren lo más moderno de conocimiento que se produce en el mundo.
El desarrollo de observatorios del mercado laboral y de orientación de las ofertas de formación, la promoción de redes de formación por sectores productivos, la formulación de estándares de competencias laborales y de empleabilidad, las alianzas público-privadas, así como la certificación de competencias laborales son parte de las iniciativas que habría que fortalecer en el marco de vías de formación flexible y permanentemente.
Competencias necesarias para un crecimiento sostenidoLa perspectiva de futuro debe conducirnos a encontrar respuestas exitosas al principal reto para la educación: que los estudiantes tengan éxito en un proceso ofrecido con alto rigor académico, asegurándoles:
a. Adquirir una base común de conocimientos, comportamientos y actitudes necesarios para adaptarse a un contexto de globalización y a la vez actuar en un medio local con una prometedora perspectiva de crecimiento económico.
b. Oportunidades de permanecer en el circuito del conocimiento y el aprendizaje. Es decir, de seguir aprendiendo, de acceder a las diversas modalidades de educación y formación -formales, no formales o informales, presenciales, semi presenciales o a distancia-, así como de transitar sin dificultad de una opción educativa o de ocupación a otra. La aplicación del principio de "educación durante toda la vida" refuerza el desarrollo de diseños formativos modulares, por competencias y flexibles; que conducen a entornos ricos en conocimiento y que facilitan la adaptación en un mundo cuyo futuro es difícil de predecir, así como también el abordaje de uno de los mayores problemas nacionales: la inmoralidad. Son diseños en donde hay mucho por crear y aprender, aun en los países del mundo desarrollado.
c. Modelos de enseñanza muy flexibles, combinados con atractivos diseños y adaptados a las necesidades y aspiraciones personales y grupales, para aportar a la construcción de una ciudadanía activa, a la igualdad de oportunidades, a la cohesión social duradera, y por tanto, a una estabilidad social basada en la paz y la justicia en todos los ámbitos
[4].
d. Capacidades de emprendimiento, de autogestión que hagan frente a una perspectiva de empleos escasos.
Competencias fundamentales. La competencia más ansiada por las naciones es que todos sus ciudadanos puedan, sepan y quieran leer y escribir. Como instrumentos privilegiados de acceso a la información y el saber. La lectura y la escritura, son una condición para aprender y seguir aprendiendo, para pensar ordenadamente y para insertarse y participar en democracia en el competitivo mundo laboral. La experiencia actual muestra que un alto porcentaje de los egresados de la secundaria, y muchos de la educación superior, tienen serias limitaciones de expresión, les cuesta redactar, cometen graves faltas de ortografía, no entienden el mensaje de un texto simple. Más difícil para ellos es analizar, sintetizar y valorar una información.
Lo mismo sucede con el manejo de las herramientas matemáticas y científicas. Son indispensables para alcanzar una formación académica suficiente, que propicie que los adultos del mañana sean capaces de comprender y aplicar conceptos, modelos y procesos científicos, para resolver los problemas que vayan encontrando a lo largo de sus vidas y que van dando forma a las sociedades modernas. La realidad nos dice que el desempeño en matemática es significativamente inferior al de comunicación, lo que debería llevar a revisar la prioridad que la política curricular, da a la matemática pues el énfasis está más concentrado en comunicación.
La tercera competencia fundamental es la alfabetización digital para que todas las personas conozcan las herramientas de las nuevas tecnologías y las utilicen como fuentes de información y acceso a conocimientos, así como de creación e interacción colaborativa. Las tecnologías evolucionarán perfeccionando su funcionalidad, practicidad, potencialidad, tamaño y reduciendo sus costos. Pero, aún cuando en pocos años la computadora y la navegación por Internet tengan el precio de un texto escolar, no será posible el acceso pleno de sus beneficios a toda la población: habrá millones de niños, jóvenes y adultos pobres excluidos de los beneficios del desarrollo tecnológico; lo que debemos evitar es que sea muy largo ese período de exclusión de ese sector poblacional.
Finalmente, si la integración mundial ocupa un lugar creciente en nuestras vidas, dominar un solo idioma es insuficiente para los jóvenes peruanos. En el Perú, la enseñanza de un idioma extranjero ha sido tradicionalmente patrimonio de un sector de las escuelas privadas, pues en las escuelas públicas apenas se le asignan dos horas a la semana en el currículo de la secundaria. Acceder a dos o más idiomas es abrir las puertas a nuevos conocimientos, a una visión plural de la sociedad actual y a otras experiencias estudiantiles y laborales. La educación comparada muestra que la enseñanza de otros idiomas tiene un impacto favorable en el desarrollo de sólidas estructuras de pensamiento y de competencias ciudadanas y científicas, así como en el estímulo de un espíritu de investigación. El objetivo debe ser, entonces, que dentro de diez o quince años todos los estudiantes que egresen de la escuela básica pública y privada sean bilingües.
Competencias para el mundo laboral. Una estrecha relación de las instituciones de enseñanza con las empresas facilitará el descubrimiento de las nuevas profesiones, la construcción de vías de formación profesional fundadas en la alternancia y la mejora de la inserción profesional juvenil. La OCDE proyecta, al año 2020, que sólo un 10% a 12% de las ocupaciones requerirán de una formación técnica o profesional inicial válida para toda la vida; el resto de trabajadores deberá ingresar al circuito de la educación durante toda la vida.
Por esta razón, las competencias para el mundo laboral deben estar íntimamente asociadas a la intensa dinámica de la producción y de la renovación de los empleos. Estas competencias deben tener en consideración que cinco de cada seis miembros de la población económicamente activa trabaja en las pequeñas y micro empresas, los que aportan el 42% del producto bruto interno (PBI); asimismo que el perfil de la fuerza de trabajo está crecientemente impregnado de nuevas tecnologías y de mutaciones en los procesos de gestión.
Un estudio sobre el talento en Latinoamérica revela que las competencias más difíciles de encontrar por los empleadores son las que exigen del postulante capacidad de pensamiento analítico e interactivo, cuya función no es rutinaria[5]. Si esto es así, la educación ofrecida en el Perú, principalmente basada en la rutina, tendrá que replantear sus objetivos para que el protagonismo central lo tengan la reflexión, el análisis, la síntesis, el debate racional y argumentativo permanente de ideas, así como la interactividad intelectual y social.
En ese objetivo, los programas de de formación de los niveles de enseñanza deberían orientarse a procurar desde los primeros años de escolaridad no solo la transmisión de conocimientos relacionados con esas competencias, sino también desarrollar las capacidades y actitudes para poder emplearlas.
Además, en un mundo donde los empleos serán más escasos, la capacidad de aprender y reaprender individualmente y en grupo, el desarrollo del espíritu empresarial y de generación del autoempleo, la motivación, la autoconfianza y la capacidad de correr riesgos son también indispensables.
Competencias ciudadanas. Boris Cyrulnik, desde un enfoque psicológico, establece cinco características que deben poseer los jóvenes para afrontar la sociedad del futuro. Estas características son las siguientes: explicar su propia vida, la del mundo y del universo; autoestimarse y estimar a los otros; plantearse un proyecto; poseer capacidades para llevarlo a cabo; y practicar estrategias para vincularse sanamente con los demás
[1]. Supone esto último el desarrollo de actitudes que ayuden a desarrollar la solidaridad y sensibilidad humanas, la tolerancia, la comprensión mutua y la valoración de las expresiones artístico-culturales.
Responsabilidad social y moral, compromiso con la comunidad e instrucción política son objetivos prioritarios de la educación ciudadana. Asimismo, la población peruana debe tener asegurada la oportunidad de comprender y expresar su sentido de identidad y pertenencia en una gama de niveles que abarcan desde lo local hasta lo global, desarrollar, y fomentar actitudes informadas y valores que le permitan representar su papel en la construcción de una sociedad más equitativa.
Consideraciones finalesInvertir más en educación no necesariamente asegura la mejora de la calidad de la enseñanza, ni la calidad de formación del capital humano. Chile es un ejemplo de gran despliegue de recursos en educación pero con mejoras en los resultados que no satisfacen a la gran mayoría de la población. Las claves están en la continuidad del esfuerzo, una buena gestión, contar con políticas de largo plazo que estén acompañadas de adecuados estándares de mejora de la calidad monitoreados permanentemente.
Cierto es que el Perú ha registrado altas tasas de crecimiento económico durante más de un lustro, pero llegado un momento, si no se adoptan eficientes políticas de desarrollo de la calidad de la educación, ese crecimiento tendrá sus límites, pues terminará siendo ocasional, inorgánico y no será un factor decisivo en la reducción de la pobreza ni la mejora de las condiciones de empleabilidad.[1] INEI. Censo Nacional de Población y Vivienda 2007.
[2] CEPLAN. Lineamientos Estratégicos para el Desarrollo Nacional 2010.2021.
[3] Juan Luis Londoño. Pobreza, desigualdad, política social y democracia. Banco Mundial 1995.
[4] Díaz, Hugo. Desafíos de la escuela peruana. Serie: La Educación del Futuro. Santillana-Consejo Nacional de Educación. Lima, 2009
[5] Manpower. Integración del talento latinoamericano en el mundo laboral. Un Informe Oficial de Manpower. Serie Aprender / Emprender. 2008.
[6] Cyrulnik, Boris : Le murmure de fantômes. París, Odile Jacob, 2003.
[6] Cyrulnik, Boris : Le murmure de fantômes. París, Odile Jacob, 2003.
Archivo de consulta:
IPAE_CapitalHumano_Final.pdf